El Olimpo: Batalla entre dioses y gigantes

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jueves, 8 de julio de 2010

Dionisio


Es el dios que nació dos veces. Dionisio era hijo de Zeus y de Sémele, esta joven mortal estaba prendada del dios y obsesionada con su magnificencia, por eso una noche cuando se encontraba recostada con él rogó y suplicó para que apareciera con todos sus atributos divinos. Zeus, decidió complacerla, no sin antes advertirla de la distancia que debería mantener cuando llegara ante ella, ya que el dios era consciente del peligro que suponía para su amante su apariencia divina. Cuando el dios apareció en toda su plenitud Sémele olvidó la advertencia y corrió hacia los brazos de su amante, cayendo fulminada en ese mismo momento y provocando su muerte por carbonización. Zeus corrió en su auxilio, pero para la madre era tarde, sin embargo su pequeño, que estaba en el sexto mes de gestación sobrevivió. Éste decidió coserse al pequeño bebé en su muslo hasta completar su formación, así cuando llegó el momento del nacimiento Dionisio salió del muslo de su padre perfectamente formado. Tras el nacimiento Zeus encargó a Hermes que encontrara un lugar para esconder al pequeño, ya que los celos de Hera ponían su existencia en peligro.
Hermes encargó la crianza del pequeño al rey de Orcomeno. Pero aún así Hera encontró al pequeño y enloqueció a la nodriza del bebé. Zeus decidió trasladar al niño y se llevó a Dionisio lejos de Grecia, viajando por diversos lugares, pero ninguno parecía apropiado para dejar al pequeño, sin embargo, finalmente llegó a Nisa, en donde le dejó para que lo criaran y educaran. En esta pequeña ciudad de Asia Menor un grupo de ninfas, ayudadas por el pequeño Sileno y pos los sátiros del bosques, se encargaron de darle protección.
El culto de Dionisio en Grecia y Roma estaba muy difundido, desarrollando unas fiestas especificas en las que participaban generalmente mujeres y que en Roma recibieron el nombre de banales. Las mujeres abandonaban sus hogares durante las festividades y en las procesiones en honor al dios danzaban de forma descontrolada por las calles de las ciudades. Durante estas fiestas también se representaban obras de teatro, lo que contribuyó a la asociación del teatro griego con Dionisio, que llegó a ser considerado protector de la dramaturgia griega.
Su singular educación le dotó de sus características divinas, convirtiéndose en el dios del vino y de la vegetación, enseñando a los mortales cómo cultivar la vid y cómo hacer vino, ya que hasta la llegada de Dionisio, los hombres se conformaban con las bebidas derivadas de los cereales; en adelante serían consideradas propias de bárbaros. También influía en la estaciones ya que según algunas tradiciones Dionisio moría cada invierno para renacer en la primavera.
Sus atribuciones divinas aparecen perfectamente reflejadas en las representaciones del dios, como símbolo de la vegetación portando los vaso áticos llenos de frutos, copas de vino y racimos de uvas, vestido con pieles de animales, con un aspecto joven y siempre jovial.

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